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“Resiliencia: el arte de fortalecernos antes la adversidad”

 

 

Daniela Quaintenne



“Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a
nosotros mismos”

 

“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas
—la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su
propio camino”


Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido”

 

 


Durante los meses de aislamiento social preventivo y obligatorio, aparecieron diferentes
emociones. La mayoría de ellas asociadas a sentimientos de miedo, tristeza y soledad,
incertidumbre y pérdida del control.

 

El miedo al contagio y eventualmente a la muerte, la incertidumbre del futuro, y la imposibilidad de
salir al exterior debido a imposición externa nos hizo necesariamente mirar hacia adentro nuestro.

 

De un día para otro, todo había cambiado: no podíamos salir ni recrearnos en el exterior, ni ver a
nuestros seres queridos, estábamos muy solos.

 

Nuestras vidas comenzaron a transcurrir dentro de casa, largas horas pasaban hasta que llegara la
noche, trabajando full time frente a la pantalla, (si aun teníamos la suerte de conservar el empleo).

 

Se nos sumó aquello relacionado a lo doméstico y familiar: la limpieza, las compras, comidas en casa
-sin saltear una-, el cuidado de los hijos, el home schooling, la “hiper vinculación “familiar.

 

En algunos casos ocurrió todo lo contrario: aquellas personas que viven la cuarentena en absoluta
soledad- salvo las videollamadas con los más cercanos-. En estos casos tolerar la soledad implicó un
gran desafío a la salud mental, apelando a la capacidad de “sobreadaptacón”.

 

Como psicóloga clínica aprendí durante estos meses cómo cada uno de nosotros procesa situaciones
traumáticas (como una pandemia) con los recursos que tenemos a mano.

 

A veces tenemos más recursos de lo que creemos, otras veces debemos incorporarlos.

 

Hablando de recursos y herramientas me voy a referir a la resiliencia:

 

“Resiliencia es saber afrontar la adversidad de forma constructiva. Saber adaptarse con flexibilidad y
salir fortalecido del suceso traumático”.

 

 

La resiliencia parte de un punto de vista realista, de la confianza de que el golpe recibido no nos
desestabilizará
si hacemos frente a él, lo asumimos y lo utilizamos para mejorar nuestra vida
integrando el aprendizaje a nuestro repertorio interno.

 

Las personas resilientes, cuando se enfrentan a una adversidad o necesitan superar la tristeza de una
pérdida y transitar por un duelo se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?

 

Lo opuesto a la resiliencia es la anomia. (desorganización).

 

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas
circunstancias y de nuestras necesidades.

 

De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades
que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y
desarrollar al máximo su potencial.

 

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber
una tendencia genética que puede predisponer a tener una “buena autoestima”.

 

La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida.

 

 

¿Cuáles son las características de las personas resilientes?

 

Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones.

 

El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las
personas resilientes saben usarla a su favor.

 

Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y
defectos. Son realistas, no idealizan.

 

Confían en sus capacidades.

 

Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que
son capaces de hacer
. Si algo los caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos. La autoestima
está suficientemente fortalecida.

 

Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos
muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia
son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen.

 

Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y
crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que
reaccionen.

 

Se rodean de personas que tienen una actitud positiva, saben cultivar sus amistades. De esta
forma, logran crear una sólida red de apoyo.

 

No intentan controlar las situaciones, registran sus emociones y las aceptan.

 

Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los
aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de las manos, nos sentimos culpables e
inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las
situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos, aunque no tengan el
control. Se centran en registrar y legitimar sus emociones, y aceptarlas.

 

Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes
es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus
desdichas.

 

La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite
enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.

 

En esta Pandemia hay algunas preguntas que nos podemos hacer:

 

¿en quién me transformar cuando esto termine? ¿Qué nuevos recursos debo aprender para este
nuevo mundo? ¿Qué pude aprender de mí mismo en este periodo?

 

La existencia de un propósito significativo en la vida es otra de las características de una persona
resiliente. (podemos leer el libro de Viktor Frankl quien nos decía que son los proyectos los que nos
mantienen vivos)

 

Algunos tips valiosos para mejorar nuestra resiliencia:

 

Auto observación + autoconimiento + dedicarme tiempo:

 

Conocernos mejor y fortalecer nuestras cualidades nos permiten una adaptación positiva al cambio.
Premiarme con algo que me guste todos los días.

 

Cuidar cómo nos hablamos, qué nos decimos. Confiar en nuestras capacidades. TENER
AUTOCOMPASION.

 

Hablate con cariño, con respeto. Permitirte sentir y aceptarte.

 

Sé flexible con vos mismo/a, tolera tus momentos de malestar sin culparte por sentirlos.

 

Equilibrar tus recursos, sin caer en la autoexigencia del perfeccionismo.

 

Humor y sonrisa ante las dificultades : )

 

Puntuar lo bueno por sobre lo malo. Cuidar a dónde llevamos nuestra atención....

 

No centrarme en la queja. La queja paraliza y hunde.

 

Mejorar la salud física. ¡Somos una unidad inseparable! (mente y cuerpo).

 

Una persona resiliente se cuida diariamente para contrarrestar los efectos que generan las
situaciones de adversidad. (estrés).

 

Algunas emociones, como la ansiedad, la inquietud, el enojo / ira, pueden dificultarnos a la hora de
interpretar la realidad. (distorsiones cognitivas).

 

Dejemos de sentirnos atrapados por nuestros pensamientos anticipatorios y negativos, trabajemos
diariamente para aceptar y regular nuestras emociones, tomar las riendas de nuestra vida y
sentirnos más libres.

 

 

Lic. Daniela Quaintenne .
Psicóloga UBA. Coach organizacional.

 

 

 

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